El niño que ha sentido un amor intenso por su entorno y
por todas sus criaturas, que ha descubierto la alegría y el entusiasmo en el
trabajo, nos da razones para albergar la esperanza de que la humanidad se puede
desarrollar en una sola dirección.
María Montessori.
Adentrarse en el conocimiento de la filosofía
Motessoriana implica reconocer que María Montessori visionó un tipo de
educación que no desatiende ninguno de los aspectos relacionados con la formación
del hombre. Ya desde la educación de los sentidos, ya desde el desarrollo de la
psicomotricidad y del proceso lecto-escritor, se puede ver la clara intención
de hacer del niño un “ser integral”. A fin de cuentas, su propuesta pedagógica
no sólo propone educar en autonomía y libertad, sino que muestra una seria
preocupación por formar personas conscientes de la gratitud que el ser humano debe
a la madre naturaleza, origen de todo lo creado.
Esto último significa también que el
estudiante montessoriano es un ser histórico que mira siempre hacia el pasado para
entender mejor su presente. De ahí que se incentive al niño a tener la
responsabilidad de agradecer la herencia cultural que nos dejaron nuestros
antepasados.
Los principios de esta pedagogía giran,
entre otros elementos, en torno a la mente absorbente, los periodos sensibles, el
ambiente preparado, que en conjunto hacen un gran aporte a la formación del ser desde un hacer en el aula que promueve la
autonomía, el respeto, la libertad, la independencia, etc.: valores clave para
el desarrollo de un ciudadano sensible y responsable.
Como puede verse, esta pedagogía
resalta una educación humanista y para la paz en la que se respeta al niño como
ser único e irrepetible, con sus propias inquietudes y potencialidades. Sus
principios tratan, en todo caso, de permitir su desarrollo y brindarle la
oportunidad de dar cara a los problemas que se le presentan. En esta medida, hay
trascendencia en educación para la paz cuando los niños comprenden que para
convivir con los demás existe libertad, pero también límites; que ellos son una
parte del todo, que estar en este mundo implica responsabilidad y respeto frente
a su comunidad y a su entorno natural.
En fin, en estos tiempos difíciles en
que la sociedad es tan dinámica y cambiante, la pedagogía de María Montessori
deja un legado extraordinario, sobre todo por su convencimiento de que en la
educación está la clave para formar seres capaces de solucionar sus problemas
cotidianos y de aportar a la solución de las grandes dificultades que hoy nos
plantean la guerra y la paz. Es con esta convicción que hoy día educamos en
nuestra institución.
Por: Erika Vega Olivo
Lic.
En Pedagogía Infantil
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