“Mi
hijo es el que vive y tu hijo es el que ha muerto” decía la una; la otra
contestaba: “No, el tuyo es el muerto y mi hijo es el que vive.”»
el
rey pidió una espada:
En
seguida dijo:
—Partan
en dos al niño vivo, y le dan la mitad a la una y la otra mitad a la otra.
Entonces
la mamá del niño vivo le dijo al rey
—¡Ah,
Su Majestad ! Dale a ésta mujer el niño , y no lo maten.
—Ni a
mí, ni a ti; ¡partidlo! —dijo la otra.
Entonces
el rey respondió:
—Entregad
a aquélla el niño vivo, y no lo matéis; ella es su madre.
Esta
historia que he escuchado desde que era un niño, nos da cuenta del amor de una
madre. Un amor absolutamente incondicional.
En el
poema que lleva por título “Poema casi infantil”, el maestro Jorge
Robledo Ortiz nos describe lo que significa el infinito amor de una madre, cuando el niño le dice a su
abuelo:
“Cuéntame un cuento, abuelo;
qué cosa es una madre?
qué es un beso ?
y a qué llaman recuerdo? “
y el
abuelo tiembla al recordar el inconmensurable sacrificio que hizo su hija para
que pudiese nacer su nieto:
“Y llegaste por fin.
Mediaba enero.
La misma fecha en que tu madre
entraba
a la juguetería del cielo ,
para decirle a Dios que te mandara
el trompo de un lucero.
Por pintar el azul de tus pupilas,
ella cerró las suyas sin recelo.
para que tú gritaras
amordazó su aliento,
y para que tu risa fuera roja
sufrió en la suya palidez de hielo.”
Nuestras
madres nos han enseñado desde siempre que “todo
lo que soñemos es posible”, por eso la humanidad hoy ha conquistado los más
grandes desafíos en todos los ámbitos del arte y de la ciencia. Necesitamos que
nos enseñen a soñar que es posible un mundo en equilibrio, donde sus nietos,
puedan volver a caminar por un bosque, levantar la mirada al cielo,
escuchar el trinar de las aves y maravillarse de sus vivos y hermosos
colores.
Las
madres con su infinito amor, con su abnegada dedicación y paciencia, y
con el ejemplo, nos revelan ese gran secreto de la vida, que “para
obtener algo, debemos dar de eso mismo”.
Ustedes
con su ejemplo de vida nos han enseñado que la paciencia es amarga, pero su
fruto es dulce; que cuando
hacemos una elección, hacemos también una renuncia, y que las
elecciones que tomamos en la vida tienen consecuencias, y cambian nuestro
futuro. Quizá sería más sencillo no tomar decisiones, o que alguien las tomase
todo el tiempo por nosotros, pero esa no es la realidad de la vida. El
mundo del que hoy disfrutamos, no hubiese sido posible sino se hubiesen tomado
decisiones audaces.
Ralph
Waldo Emerson dijo una vez
“Elige
con cuidado aquello en lo que pones tu empeño, porque sin duda alguna lo
tendrás”.
El día
más bello es el hoy, por una simple razón, por que estamos vivos, porqué lo podemos disfrutar, el
pasado queda atrás y el futuro es ajeno. Sin embargo, ese futuro tendrá las
exactas dimensiones de eso que deseamos con fervor y en lo que arduamente
trabajemos cada día, es por ello que
debemos comprender el alcance que tiene el ejemplo que como adultos estamos
dando. Si como adultos somos congruentes, es decir, actuamos conforme
pensamos y hablamos, estaremos sembrando semillas de congruencia y así mismo,
recogeremos sus frutos.
Las
madres nos enseñan otra de esas lecciones que llenan nuestra valija para
emprender ese largo camino que se llama vida: “habrán pérdidas y habrán ganancias”. Que duro es aceptarlo,
pero así es. A lo largo de la vida se pierden seres queridos,
oportunidades, bienes materiales, es la ley de la vida. Por ello, la vida misma
nos agradece cuando nos dejan caer, primero desde una altura pequeña, luego
desde un poco más alto y luego, ! a volar ¡. Así hacen las águilas con
sus polluelos, hacen sus nidos de zarzas con espinas y los tapizan con
alcochonadas plumas, a medida que los polluelos crecen y van estando listos
para volar, ellas van retirando las plumas, permitiendo que las espinas poco
a poco hagan su trabajo.
Finalmente,
y no menos importante, nuestras madres nos han enseñado a “disfrutar el viaje”, a saborear cada paso que damos, a acepatar y a
valorar los errores, pues de ellos
aprendemos más que de los aciertos, y que al final lo que cuenta no es el destino, sino
cada uno de los momentos vividos.
“Una
noche en que María Montessori iba rumbo a su casa”, escribe uno de sus
biógrafos, y sintiéndose muy fatigada por el exceso de trabajo y sola por
el distanciamiento con su padre por haber elegido la carrera de medicina, decide
interrumpir sus estudios. Iba atravesando el parque Pincio que normalmente
estaba vacío a esa hora, cuando vio a una mujer muy humilde pidiendo limosna
acompañada de su hijo, quien se entretenía con un papel rojo del piso.
Entonces regresó a la sala de disecciones de la escuela a trabajar en su
clase de anatomía y decidió que
continuaría sus estudios para poder ayudar a sus semejantes.”
Este
episodio fue muy importante para María Montessori, porque comprendió que “el
deseo de vida y de amor” no contradecía los principios de la realización
personal y profesional. Todas Ustedes están en este momento de la vida,
en este Universo, por una razón, sus hijos sin duda son su gran motor,
pero detrás de cada una de Ustedes hay un gran ser humano que como
Montessori, busca ante todo que seamos seres realizados, plenos y
felices.
Feliz día
de las madres.
Por: Juan Felipe Restrepo.
Cartagena,
10 de mayo de 2018
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