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Gabriel García Márquez, un alumno de escuela Montessori

En el primeros de sus tres libros de relatos autobiográficos "VIVIR PARA CONTARLA", dice sobre su paso por la escuela Montessori: 

El consuelo fue que en Cataca habían abierto por esos años la escuela Montessoriana, cuyas maestras estimulaban los cinco sentidos mediante ejercicios prácticos y enseñaban a cantar. Estudiar era algo tan maravilloso como jugar a estar vivo. 

Aprendí a apreciar el olfato, cuyo poder de evocaciones nostálgicas es arrasador. 

El paladar, que afiné hasta el punto de que he probado bebidas que saben a ventanas, panes viejos que saben a baúl, infusiones que saben a misa... No creo que haya método mejor que el Montessoriano para sensibilizar a los niños en las bellezas del mundo y para despertarles la curiosidad por los secretos de la vida... 

Me costó mucho aprender a leer. No me parecía lógico que la letra "m" se llamara "eme", y sin embargo con la vocal siguiente no se dijera "emea" sino ma. 

Me era imposible leer así. Por fin, cuando llegué al Montessori la maestra no me enseñó los nombres sino los sonidos de las consonantes. 

Así pude leer el primer libro que encontré en un arcón polvoriento del depósito de la casa, estaba descosido e incompleto pero me absorbió de una manera muy intensa. 

Pasaron varios años antes de saber que el libro era Las Mil y Una noches... 

Comentarios

  1. https://yaldahpublishing.com/15-mejores-lugares-para-vivir-en-michigan/
    En cuanto a la frase mencionada, el autor del presente ensayo está totalmente de acuerdo en que desde la escuela hay que tener en cuenta las características individuales de cada estudiante: su contexto familiar, social, cultural, sus necesidades especiales de aprendizaje; por ejemplo, hay que tener en cuenta las dificultades que van ligadas a la dislexia, a tener un trastorno del lenguaje, entre otros.

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